Hace apenas unas semanas tomé la decisión de sumergirme en las páginas de la maravillosa obra de Fabio Rosini, «El arte de recomenzar».
Precisamente porque varios aspectos de mi vida personal apuntaban a un recomienzo, y qué mejor forma que apoyarme en esas sabias palabras que reafirman que «recomenzar» no tiene nada que ver con el fracaso, sino que forma parte innata de la evolución y maduración natural del ser humano.
Una teoría que sustentaba mi idea de tirar para adelante de nuevo y me permitía mantener una actitud optimista.
A partir de iniciar el libro todo mi mundo comenzó a venirse abajo. Ya no eran solo cuestiones íntimas y personales, sino que ahora abarca aspectos mucho más visibles.
¿En qué momento decidí abrir tal eminente obra...?
Siempre se ha dicho que cuando se cierra una puerta se abre una ventana. ¿Y cuándo se cierran mil puertas? Bueno, pues seguro que algún ventanuco quedará abierto en tan hostil entorno de la vida.
Con este post en mi blog retomo lo que nunca debí haber dejado de lado: mi propio desarrollo profesional.
Pero ya se sabe, la rutina, los horarios marcados, el estrés, los agobios... Te das a ti mismo, te vuelcas en cientos de proyectos con ilusión, optimismo, ganas, fuerza... a cambio de un sustento económico que te permite seguir volcándote en esos proyectos.
Hasta que un día esos proyectos se cierran de un portazo, todo el cariño dedicado, todos los esfuerzos y sacrificios parecen ya no tener sentido porque la realidad es que solo eras un número.
Y en este punto tienes dos opciones: hundirte y lamentarte (incluso arrepentirte) por la intensidad con la que diste lo mejor de ti a lo largo de los años por unas personas, empresas, clientes que no valoraban tanto tu creatividad, desparpajo y profesionalidad, como su bolsillo. O bien, colocar un punto y aparte en tu vida y buscar nuevos horizontes que escalar.
No es fácil decidir, pero es vital decantarse por la segunda opción sin que haya más camino que el de RECOMENZAR.
A partir de ahora trabajaré en este blog- portfolio las temáticas en las que me he especializado a lo largo de mi carrera periodística, y abriré nuevos horizontes sobre aquellas que me hubiera gustado tratar pero no hice.
Un recomienzo no es malo, todo lo contrario, un recomienzo te zarandea, te saca de un puntapié de tu zona de confort, te resitúa de forma cruel ante la vida y te pregunta: ¿Y ahora qué?
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