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  • Irene Yebra

Fernando Gea Soriano: “es infinitamente más lo que nos dan ellos que lo que nosotros les aportamos”


Entrevista Fernando Gea Soriano

Fernando Gea Soriano tiene 55 años, está felizmente casado y es padre de tres hijos, José de 25, Santi de 21 y Pedro de 13. Ha dedicado gran parte de su vida al trabajo, el cual le ha requerido mucha exigencia y dedicación. 


Durante décadas, haber estado tan involucrado en su oficio le ha impedido desarrollar otro tipo de actividades. Una situación que cambió radicalmente hace unos años.


En un momento concreto se dio cuenta que en la vida tenía que haber algo más, comenzando así una búsqueda de él mismo, de Dios y del por qué había venido al mundo. 


Con ese punto de partida, se volcó en la oración, pero también en talleres de ayuda en los que podía participar, dejándose llevar por el Espíritu Santo, que le guiaba en la intimidad hasta el día de hoy. 


En la actualidad, además de padre de familia, Fernando es guía de talleres de Oración y Vida, de hecho lleva impartiéndolos desde hace ya casi cuatro años. 


Además de desarrollar esta labor, relacionarse con personas del entorno es lo que le ha llevado hoy a la cárcel de Picassent. Allí realiza una labor a través de la cual, según reconoce, ha recibido más de lo que ha podido aportar. 



1.  ¿Qué te llevó a realizar esta actividad?

 

Siendo guía de talleres de Oración y Vida, comentó una hermana guía conmigo lo bueno que sería en estos recintos poder llevar la consolación que ofrece el taller. 


Sin pensarlo dos veces, esta hermana, Lourdes, contactó con la Pastoral Penitenciaria de Picassent y tras una visita del coordinador y mía dieron luz verde al proyecto. 


Me propusieron que fuera yo uno de los que acudiera a impartirlos.


Entonces supe que el Señor me estaba llamando a la cárcel. 

Y así fue cómo entramos Amparo y yo en un grupo de la Pastoral Penitenciaria y comenzamos a impartir un taller adaptado para los que quisieran asistir. 


Allí meditamos y dialogamos un tema clave en nuestra relación de fe, practicamos diversas modalidades de oración, hacemos oración juntos y formamos una pequeña comunidad.


En mis talleres en parroquias he visto a gente afrontar con paz y ofrecimiento un cáncer terminal, con serenidad y confianza una orden de desahucio, traumas y heridas sanadas y en muchos casos, descubrir una alegría, una felicidad y una necesidad de ayudar y compartir este tesoro como nunca antes se había experimentado. 


Esto me ocurrió a mí también cuando hice el taller.


Desde entonces no hay nada que me haga más feliz y me acerque más a Dios que ayudar a otros hermanos a tener este ENCUENTRO personal con Él, sin el que ahora mismo no concibo que se pueda ser cristiano.

2. ¿Cuál es tu función /labor en la cárcel? 


Pues la verdad a veces creo que no hacemos nada especial más que llevarles un 

poquito de cariño y esperanza, hacerles sentir que son importantes para alguien y ayudarles a confiar en Jesús en estos momentos difíciles en su vida.


Hay días que alguno está completamente roto y esos días solo podemos escuchar, acompañar y hacer una oración de intercesión con él y por él y sus circunstancias.


3. Supongo que viviendo esta experiencia de forma asidua tienes muchos momentos grabados a fuego. Cuéntame una anécdota que lleves profundamente en el corazón. 


Uff. Son pocos los días que no me vengo con el corazón en un puño. 


Es infinitamente más lo que nos dan ellos a nosotros que lo que nosotros les aportamos y es que la Presencia del Señor es tan fuerte y tan viva en los presos….

Un día consolamos a un joven que llevaba 15 días en huelga de hambre y solo quería morir. Ese día salió de allí con una gran paz y dando gracias a Dios.


Otro día “recogimos” a un pobrecito, que su hermano lo había llamado para que lo recogiera, lo que este no sabía es que salía de un atraco, y los detuvieron a los dos. 


Solo pidió que no lo pusieran con su hermano y que lo dejaran, que quería morir. Se fue con una paz inmensa con una estampa que le dimos del Cristo sonriente de San Javier. Decía que le transmitía una paz que le llegó al alma.


Sin ir más lejos, la semana pasada hablamos con un hombre que nos contaba que su padre los abandonó antes de nacer. Y su madre drogadicta los abandonaba a él y a su hermano pequeño y les pegaba, con lo que con 8 años tuvo que huir llevándose a su hermano.


Nos dice que el padre Fernando del HOSOJU lo acogió y fue para él como un padre y una madre, le buscó trabajo, luego formó una familia y tuvo dos hijos. 

Pasado un tiempo la mujer lo tiró de casa, acabó viviendo en la calle hasta que acabó en la cárcel donde lleva cuatro años. No ha recibido ni una sola visita de sus hijos ni de su hermano, a quienes ha llamado y dejado recados.


Nos decía emocionado y desesperanzado: “en realidad ya me da igual salir, ya no tengo a nadie y cuando salga volveré a vivir en la calle”.


No te puedes imaginar la soledad, el sufrimiento y la sensación de que no le importas nada a nadie.


Este día nos dio un abrazo y agradeció a Dios, en la oración comunitaria que hicimos, por estos “ángeles” que cada viernes vienen a verlo que les hablan de Dios y les traen alegría y esperanza… Se me rompió el corazón.


El viernes pasado un antiguo tallerista, al que cambiaron de módulo, nos contó cómo su compañero de chabolo se había suicidado con su cinturón. ¡cómo me gustaría que pudiésemos atender y dar consuelo a todos! Apenas podemos hacer nada.


Yo sé que ellos han infringido la ley, y por supuesto tienen que “pagar condena”, como dicen ellos pero, por Dios, que nadie los juzgue. 


¿Acaso yo no habría acabado igual que ellos si hubiese vivido las mismas circunstancias? ¿Cómo se puede vivir sin amor tanto tiempo? 

Son hermanos rotos y solo el amor los sanará, no el castigo, ni el desprecio. La condena es privación de libertad, no más desprecio y deshumanización.


Me decía una vez un responsable veterano: “a la cárcel no van los malos, van los pobres”, y cuánta razón tenía.


Te aseguro que en pocos sitios he sentido tan viva la presencia de Dios como entre estos pobres.


4. Qué crees que aporta tu presencia a los reclusos, y dime si has podido ver reflejada en ellos o en alguno de ellos esa aportación 


Hay una gran sed y necesidad de Dios, y creo que Él se sirve de nosotros para llevarles, como decía el Padre Larrañaga, un vaso de consolación, y hablar por nosotros. 


Creamos pequeños círculos de fraternidad, donde solo importan las personas, nadie juzga a nadie. Oramos y nos animamos a convertirnos, a cambiar. Ya en los primeros temas trabajamos la parábola del Hijo pródigo, y créeme que la entienden requetebién.


La espera de cada semana se les hace muy larga, y están esperando que llegue el viernes para vernos y el sábado para ir a Misa con el padre José María. No es tanto porque seamos estupendos, sino porque fuera de dar vueltas al patio, y el gimnasio, poco pueden hacer. Al menos con nosotros pueden hablar y pueden orar.


Lo que para nosotros supone una mayor dificultad, es que por tratarse de un módulo “conflictivo”, suele haber mucho cambio de chavales, bien porque se porten bien, a un módulo mejor o porque la líen, a un módulo de mayor aislamiento, con lo que tenemos muchas entradas y salidas de “clientes”.

 

5. Qué es lo que más te piden cuando te ven llegar 


Pues a principio de año calendarios, luego, rosarios, sobres, que les pongamos una pila a un reloj, ropa, zapatillas, peculio….


Aunque la mayoría de estas cosas se gestionan mediante unas instancias que tienen que rellenar y por medio de los servicios de la pastoral correspondiente. Generalmente esto se canaliza vía capellán.

 

6. ¿Crees que realmente hay palabras de piedad para los reclusos?


¿Sabes qué pasa? Que allí no hay reclusos, hay personas, chavales. 


Algunos sufren porque sus familias están en Sudamérica o África y nadie puede ir a visitarlos. Es curioso cómo en estos momentos de tristeza muchos de ellos recuperan de su interior la fe vivida y aprendida fundamentalmente de los abuelos y catequistas cuando eran niños, y esto les mantiene viva la esperanza. 


Hay que dar gracias a Dios por toda la labor que realizan los abuelos, aquí vemos esas semillas, de tantos años atrás, germinar.


Claro que hay palabras, un abrazo, sentirse escuchado, comprendido, preguntarles ¿cómo estás? Allí tiene un significado especial.


7. ¿Hay algún delito que te produzca más rechazo?


Nunca les preguntamos por sus delitos, ni por lo que han hecho o dejado de hacer. Les motivamos a descubrir que con fe, y con el amor de Dios, ellos pueden cambiar y ser personas nuevas. Jesús dijo: “no he venido a condenar, sino a salvar” y nosotros tratamos de imitarlo sin juicios.


8. ¿Consideras que todos los que están allí son dignos de recibir tu ayuda?


Absolutamente.


“Ámame cuando menos lo merezco, porque es cuando más lo necesito”.

¿Te imaginas si hubiesen juzgado a San Pablo por los cristianos que asesinó y le hubiesen negado el derecho de seguir a Cristo?


Son hijos pródigos en sus malos momentos. Del amor del Padre bueno, que ahora debe hacerse presencia en nosotros, depende muchas veces la capacidad que ellos tengan de “volver a casa”. 


No olvidemos que esta es una Iglesia de pecadores, como dijo el Papa, “en la Iglesia cabemos todos”. Y el amor de Dios es infinitamente más grande que el mayor de nuestros pecados, para un corazón arrepentido dispuesto a “convertirse”.


9. ¿Quieres añadir algo más? 


Quiero destacar la labor que tanta y tanta gente realiza allí e invitaros a que entréis en la web y os informéis de lo que se está haciendo, y de paso colaborar con dinero, para el peculio de los presos sin recursos, o con ropa para los que no tienen, o con el voluntariado. 


Es una gente con un carisma especial y yo aprendo mucho de ellos, y me siento orgulloso de aportar este granito de arena junto a mi compañera y amiga guía de talleres Amparo.




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1 Comment

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Guest
Mar 04
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Al leer esta experiencia de este hermano guía de talleres de oración y vida me siento identificada con el , ya que yo también fui voluntaria de la cárcel y al mismo tiempo fui guía de TOV . Ya con más de 80 años y algunas pequeñas enfermedades solo me dedico a rezar todo cuanto puedo , y a dar gracias a Dios porque sigue habiendo personas impregnadas de Dios para poder llevar ese consuelo tan necesario a esos hermanos nuestros que tanto lo necesitan.

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