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  • Irene Yebra

Lo chulo de montar Croquetea: quiero tener en mi propia casa las croquetas caseras que hace mi madre




Mariola y Pepa, sobrina y tía, son las creadoras de la tienda de croquetas más original de Ruzafa de Valencia. Hemos estado con una de sus artífices, Mariola, quien nos ha contado los secretos de esta gran idea, su negocio, y de cómo han conseguido hacerse un hueco en el mercado y mantenerse ¡ya llevan 5 años!


¿Cómo surgió la idea?

La idea surgió sin surgir. En reuniones familiares, mi tía Pepa, que es mi socia en Croquetea, hacía croquetas caseras y nos encantaban. Más tarde, yo comencé a probar a hacerlas al mismo tiempo que aprendía a cocinar, y se me daba bien.


Luego la gente de broma nos comentaba que podríamos hacer un negocio de eso y así de cachondeo nació. Y surgió en un momento en el que ni Pepa ni yo teníamos trabajo y en esas situaciones la cabeza se pone a maquinar. Entonces pensamos… ¿y si miramos todo lo que haría falta para montar una tienda de croquetas?


¿En qué te inspiraste para crear Croquetea?


Elegimos esta línea de negocio porque encontramos la carencia de que no había croquetas caseras a disposición de los clientes particulares pero sí para el sector profesional. Tú puedes ir a cualquier supermercado, comprar una bolsa de croquetas congeladas y salir del aprieto, pero no son las croquetas que te hace tu madre, las de casa.


Entonces pensamos que estaría muy bien que cuando tengas un antojo de croquetas y no sean las precocinadas para salir del paso, tuvieras la opción de comprar y disfrutar de unas croquetas caseras.


En cuanto al nombre fue muy divertido, hicimos una lista, un brainstorming total y de ahí decidimos. Quisimos tener en cuenta que se entendiera, que fuera comprensible para todas las edades, que funcionara en conjunto. Nos gustó lo de Croquetea porque hacía el juego de palabras entre croquetas y que te apetezca comerlas, como croquetar, y de ahí surgió.


¿A qué edad comenzaste?


A los 24, de hecho, cumplí los 25 antes de la apertura justo, cuando lo estábamos cocinando y preparando todo.


¿En qué esperas que se convierta tu negocio y qué aspiraciones tienes?


Realmente no te sé decir en qué quiero que se convierta, pero lo que sí tengo claro es que no quiero que se desvirtúe. Una de las bases de Croquetea como empresa y como esencia era que fueran caseras, hechas a mano como en casa, que no llevan los aditivos que hoy en día reclama el mercado.


Porque claro, a nivel económico es mucho más compensatorio alargar la vida útil de un alimento tres años que tener una caducidad de tres días. Pero hay otras formas de hacerlo que son más laboriosas y costosas, pero que a mí, a día de hoy me compensan y espero que me sigan compensando en un futuro.


No quiero que se desvirtúe la fórmula de negocio que hemos creado porque me parece que es lo que nos diferencia. Por ese mismo motivo no nos hemos planteado franquiciar. Nos gusta que es una empresa familiar, en la que tenemos trato de ‘tú a tú’ con el cliente y eso es muy gratificante.


¿Te parece Valencia una buena plaza para emprendedores? ¿Por qué?


Sí y no. Para mí Valencia me ha acogido como empresa y como emprendedora. Y, de hecho, me he llevado muy buena sorpresa porque cuando montamos la empresa la idea era vender estas croquetas caseras para profesionales del sector de hostelería y restauración. Pero ya que a nivel de normativa sanitaria te exigen tener un obrador acondicionado, decidimos que en vez de montarlo en un polígono industrial lo pondríamos en una zona de paso y elegimos Ruzafa porque el barrio nos gustaba.


Y resulta que lo que hicimos como una casualidad, pensando que, si alguien quisiera entrar, ya que estamos cocinando para los profesionales, pues le venderíamos también; finalmente ha resultado muchísimo más agradecido el público del día a día que lo que yo pensaba que iba a ser la base de mi negocio. Es decir, la señora o el señor que repite semana a semana, que se interesa por los sabores nuevos y que viene a decirte lo que le ha gustado y lo que no, me llena y me resulta super gratificante.


Y, por otro lado, no por ser Valencia, sino en general, no sé si es en España o a nivel global, me parece que falta una base educacional, en la que se concrete qué hay que hacer para montar un negocio. Porque recuerdo perfectamente la sensación de estar desorientadas en cuanto a no saber a qué pasos dar, por dónde empezar. A qué edificio, persona o institución dirigirte por ejemplo a la hora de pedir la licencia o asesoramiento, entre otros muchos permisos y autorizaciones que exige la ley, o a la hora de pagar ciertas tasas, el orden de proceder, etc.


En general el proceso burocrático, no porque sea en Valencia, pero en mi caso ha sido aquí, fue una de las cosas más complicadas, me parece muy complejo. En mi caso por ejemplo éramos dos generaciones, yo tenía 24 años y mi tía tenía 48, y ninguna de las dos se veía con seguridad para aclararse.


Entonces yo pienso, si este mismo negocio lo tiene que montar una persona de 18 años o una persona de 70, porque ¡por qué no! Cualquier persona puede tener de repente una buena idea y convertirlo en un negocio… Pues si esto lo tiene que hacer cualquiera de estas dos personas, tanto con mucha experiencia como con poca, pienso que continuaría siendo igual de complicado.


Porque hoy en día también existen ciertos problemas en cuanto a resolución de dudas, muchas veces no sabes a quién o a dónde dirigirte, si lo tienes que hacer presencialmente, a través del teléfono o a través de Internet.


Tal vez he echado en falta una pequeña guía muy básica de `pasos a seguir’ sencilla, a nivel esquemático, y comprensible para todas las edades.


¿Cambiarías algo si volvieras a empezar?


Me parece que no, porque incluso de lo malo hemos aprendido. Y de lo que el primer día me parecía lo peor de lo peor, ahora me lo veo hecho. Como, por ejemplo, perder un cliente importante de hostelería que tira del carro de tu negocio, porque al final el cliente del día a día hace consumos de cantidades e importes pequeños, y eso exclusivamente no saca adelante un negocio como el nuestro y menos un negocio que montamos en 2013 en plena crisis mundial.


Yo recuerdo el drama de haber perdido un cliente importante y pensar ¿Y ahora qué? Y luego vives y viene otro cliente, o no viene, pero lo quitas de un lado y lo pones de otro, te administras…


Entonces, creo que no cambiaría nada porque pienso que de todo hemos aprendido, y al final ya no en los negocios, sino también en la vida aprender es vivir. Aprender, comprender y continuar.


¿Qué reflexiones y recomendaciones harías a nuevos emprendedores?


Pues precisamente eso, tener claro que hay momentos en los que crees que se te cae el mundo encima y al pasar el tiempo lo miras con perspectiva y ves que no era tan grave.


Y luego, aparte de ser constante, al principio es sacrificado todo hay que decirlo, es difícil. Igual también en mi caso personal, estábamos en un periodo de crisis económica, se trataba de una cosa que yo nunca había hecho antes…


Luego hay que tratar con las personas que también es complicado, tener paciencia. No obstante, creo que emprender es la base de la vida para todo, no solo para los negocios, para todo, animarte y apostar por lo que tú crees, me parece sanísimo.


Si existiera otra vida y solo pudieras llevarte una cosa de esta ¿qué sería?


Lo tengo bastante claro: todo lo aprendido. Incluso lo aprendido a buenas y lo aprendido a malas. Hasta con los tropiezos aprendes, y aun más incluso.


¿Cuál es tu mayor miedo?

No te sé contestar, la verdad. Porque a lo mejor lo que me da miedo hoy, mañana me lo veo hecho. Entonces no tengo ni idea. Tampoco me da miedo `tener miedo’ es sano a veces saber ponerse límites guiándote por la experiencia, la razón y la intuición.


¿Qué crees que puedes aportar a la sociedad?


No sé que puedo aportar la verdad, a día de hoy me hace mucha ilusión que la gente identifique y reconozca Croquetea. Siento mucho orgullo de ver nuestra pequeña empresa creciendo y asentándose. Pero no sé qué puedo aportar…


Ahora mismo intento hacerlo de la mejor manera que puedo y que sé, que voy aprendiendo por el camino también me doy cuenta, que muchas veces me equivoco y me voy a seguir equivocando no tengo dudas, pero que espero seguir reaccionando como hasta ahora que es aprendiendo y continuando sin quedarme estancada.


Y aunque no me veo como ejemplo de vida, sí que aportaría la ilusión por lo que haces, la constancia en el trabajo y el hecho de aprender siempre de los errores, porque así es como se crece.


¿Qué podemos encontrar si vamos a Croquetea?


Croquetea no es una tienda de comida para llevar al uso, es una tienda de croquetas para llevar, no se pueden consumir en el local. El funcionamiento real es que las vendemos congeladas para dar ese servicio que te explicaba antes. Lo chulo de montar Croquetea era: quiero en mi propia casa tener las croquetas caseras que no hago porque no tengo tiempo, porque no sé cocinar o por el motivo que sea. Entonces esa necesidad que mi tía y yo vimos que había, cubrirla.


¿Y por qué congeladas? (que me lo pregunta mucha gente) pues por practicidad, porque si te las doy frescas caducan en menos tiempo y la gracia es que puedas tenerlas en el congelador y te saquen de un apuro. Por ejemplo, que de repente tengas invitados y puedas sorprenderlos con unas croquetas caseras. Y porque si las vendemos frescas es más fácil que se estropeen o se deformen.


Y además, al venderlas congeladas hemos conseguido que se alargue la caducidad de las croquetas 12 meses sin tener que añadir aditivos, que era una de las premisas de la empresa, que no queríamos añadir extras innecesarios.


Lo único que sí ofrecemos es un servicio aparte, que por previo encargo las vendemos fritas, por si tienes un evento o porque las quieres para cenar, nos avisas a qué hora las quieres y te las preparamos.


En cuanto a sabores, en Croquetea tenemos unas 30 variedades de croquetas distribuidas en tres grupos. Las ‘Tradicionales’, que incluyen las croquetas típicas de toda la vida de jamón, pollo y bacalao, entre otras.


Una segunda sección con opciones vegetarianas, que se llaman ‘Caprichos’ y podéis encontrar croquetas de gorgonzola y nueces, o de queso azul y dátiles, entre otras.


Y luego una sección ‘Gourmet’ en la que jugamos con sabores más originales como pato a la naranja; rabo de toro; las de foie, boletus y trufa, que además llevan el trozo de foie en el centro, por eso no hay duda de que están hechas a mano porque no hay una máquina que te haga eso, entonces es muy original y además divertido porque muerdes y ves el trozo en el centro, como un bombón.


Y estas son algunas de las más especiales, pero bueno al final es que las personas se dejen guiar por lo que les llama la atención y se fíen de sus gustos, que para eso hacemos tantas variedades.


Y luego también hay veces que hemos creado un sabor a modo de prueba pensando que sería algo estacional. Te cuento un ejemplo, hicimos las de huevos rotos con chistorra para la campaña de fallas porque nos parecía divertido y luego la gente nos las ha seguido pidiendo y se han quedado en la carta.


Pero tampoco queremos abusar y tener 100 o 200 sabores, no quiero abarcar más de lo que pueda o hacer combinaciones de sabores que no me gusten. Porque eso sí, todas las croquetas que hacemos las probamos (nosotras, y gente de nuestra confianza) y si no nos gustan no las vendemos. Nunca vendería algo que yo a mí casa no me llevaría.


¿Quieres añadir algo más a nuestros lectores?


Claro que sí, los animo a que prueben las croquetas que hacemos y que juzguen. Y que ojalá les gusten. Y si no les gustan, me encantará saber su opinión también, no me molesta una crítica.


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