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La Espiral del Silencio de Elisabeth Noelle-Neuman

  • Foto del escritor: Irene Yebra
    Irene Yebra
  • 10 nov 2018
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 15 feb 2024

Fascinante reseña sobre el "Resumen: Funciones manifestantes y latentes de la opinión pública" de libro La Espiral del Silencio de Elisabeth Noelle-Neuman, publicado por Paidós.


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El estudio de la opinión pública durante los últimos años da a conocer la existencia de dos conceptos sobre su formación: el proceso racional y la forma de control social.

El proceso racional


En el proceso racional, la opinión pública se presenta como una función manifiesta en la democracia. Su formulación requiere la adquisición de conocimientos a través de la razón y la posterior elaboración lógica de juicios razonables. Esta concepción abarca campos objetivales –en los que existen interferencias lógicas- y son: la lógica, la causalidad y la consistencia. Fruto de este pensamiento obtenemos ideas convincentes, razonables y comprensibles subjetivamente.


En los años 30 el método de encuestas representativas –dentro del proceso racional- se hizo común a fin de definir de forma técnica la opinión pública. Varios autores como Warner, Beyle, Lazarsfeld y Beniger defendieron este método, sin embargo Blumer lo identificó como impreciso, pues carecía de un análisis independiente de la propia naturaleza de la opinión pública y de la idiosincrasia de los participantes.


Control social


Por su parte, la opinión pública como control social pretende garantizar un nivel apto de consenso social, utilizando la amenaza de aislar a los que se desvíen de la opinión mayoritaria. Esta concepción no tiene en cuenta la calidad de los argumentos y tampoco depende de lo que sea aceptable moralmente o no. Lazarsfeld compara dicha teoría con la del “carro ganador” pues todos desean estar en el bando vencedor y evitar el aislamiento, y así se produce la “Espiral del Silencio”.


Resulta interesante destacar que si comparamos ambas concepciones apreciamos que se basan en supuestos diferentes, y que ninguna de ellas llega a definir al completo la opinión pública, por lo que más que una elección, habría que optar por una complementación entre las dos teorías.


El proceso racional tiene su base en la participación democrática con un latente intercambio de puntos de vista, lo que exige que el gobierno los tenga en cuenta. Además, esta concepción tiene especial preocupación por la manipulación de la opinión pública.


En cambio, el control social o función latente de la opinión pública que se fundamenta en garantizar un nivel apto de consenso social, acuña al poder como máximo generador de la opinión pública, que además amenaza con el aislamiento de la sociedad para aquellos que se nieguen a participar en dicho consenso.


Para esta concepción la interacción del medio con la sociedad es unívoca, pues otorga poder a todos aquellos valores comunes que generan experiencias compartidas con el grupo social y el miedo al aislamiento hace que el ser humano se decante por la opinión mayoritaria, aprobando el consenso, lo que garantiza la cohesión de las sociedades.


Por tanto, mientras la concepción racional abre la puerta a ideas de diferente índole para generar una opinión pública variada y racional, la función latente apuesta por el control a través del miedo y la presión a los ciudadanos, para así crear consenso y evitar las ideas disidentes.


Apreciamos una diferenciación más entre ambas propuestas, que nace de la interpretación de la “opinión pública”. La autora hace una distinción acerca de la interpretación del término “público” y el término “opinión” por ambas concepciones.


"Público"


El término “público” para la concepción racional está compuesto por el conjunto de contenidos de temas de la opinión pública. Mientras que desde el punto de vista del control social este término hace referencia al “ojo público”, un espacio donde el tribunal juzga lo que ocurre, causando así el miedo en la sociedad.


"Opinión"


En cuanto al término “opinión”, el punto de vista racional lo define como las distintas posturas y discusiones individuales. Por su parte, el control social lo engloba en un conjunto de reglas morales y ámbitos de conflicto que amenazan la cohesión social.


Caso práctico


Podemos aplicarlo a un caso práctico de los últimos tiempos, como por ejemplo el titular: “Los presos de ETA quieren a Podemos en el Gobierno” Es inevitable que la noticia cause revuelo entre la población, pues el apoyo de los presos de ETA -aunque sean igualmente ciudadanos- no hace sino que influir negativamente en la concepción racional del resto de población.


Una simple diferenciación que está latente a pie de calle sería la tradicional identificación con los que apoyan cualquiera de los dos partidos mayoritarios, que durante años han protagonizado el bipartidismo –PP y PSOE- , y aquellos progresistas que se decantan por las nuevas formaciones con un aire renovado y sin lastres pasados –Podemos y Ciudadanos-. Ahora bien, la actual asociación de Podemos con los presos de ETA puede dar un giro en la opinión pública acerca del partido.


A pesar de que el voto es secreto, los grupos sociales se reúnen y conversan sobre las distintas opciones de gobierno que se presentan, y ahí es donde juega un papel fundamental la conocida teoría de la Espiral del Silencio. A simple vista, los grupos sociales se forman en referencia a aspectos comunes: trabajo, estudios… pero no siempre comparten las mismas opiniones en todos los asuntos de la vida.


En este caso la concepción racional de la opinión pública tiene en cuenta aquellos razonamientos previamente reflexionados por las personas más formadas y curtidas en el asunto, que muchas veces, dependiendo del entorno y de las particularidades del resto del grupo, se encuentran solos en la defensa de un punto de vista. Es por eso que el grupo social amenaza –según la concepción de control social- con el aislamiento, y aunque su postura sea la más acertada, siendo única y no compartida por el resto del grupo queda anulada y el ente emisor de la misma aislado.


Si aludimos al titular –impactante donde los haya- acerca del apoyo hacia Podemos por parte de los presos de ETA, podemos apreciar una decantación minoritaria en España pero dentro de un grupo social que comparten características comunes –los presos- por un partido político que hasta ahora no presenta lastres pasados, pero que puede presentar rechazo por el resto de la población debido a esta asociación con el grupo terrorista ETA.


En este caso la Espiral del Silencio tendrá lugar en grupos sociales ajenos a la organización terrorista, en los que reaccionarios y progresistas debatan sobre política, y una mera identificación con el partido de Pablo Iglesias haga que muchos progresistas, aun siendo partidarios del partido morado, silencien sus opiniones en pro de no ser excluidos del grupo.


Aunque solo se trata de una elección por parte de los terroristas presos, produce una imagen que cala fuertemente en la opinión pública, y muchos ciudadanos, aun sin saber a ciencia cierta los motivos de dicha elección se mostrarán reacios al partido en cuestión, y arrastrarán con sus argumentos –no necesariamente racionales- al resto del grupo, potenciando así la adhesión a sus ideas y la cohesión social.


Conclusión


En conclusión, la argumentación consciente, deliberada y consentida de la concepción racional de la opinión pública –como función manifiesta- queda oscurecida por la función latente de control social, pues su grado de fuerza es mayor, capaz de emocionar y crear consenso en la sociedad, evitando así los enfrentamientos y procurando la integración de la sociedad.

 
 
 

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